Reflexiones sobre la política
Artículo publicado en 2022 y revisado en 2023
En sociedades grandes, es comprensible que se instauren sistemas que coordinan la convivencia de tanta gente. Ahora bien, la forma concreta de organizarse dependerá de lo que acuerden o permitan los ciudadanos.
Contenidos:
- Sistemas posibles
- Por qué cambiar el sistema
- Cómo cambiar el sistema
- Objetivo: el bien común
- Fórmula: trabajar de otra manera
- Un sistema solidario
- ¿Se puede cambiar el mundo?
- Conceptos políticos básicos
- Criterios para organizarse
- Algunos problemas de la democracia actual
Sistemas posibles
Por ejemplo, en sociedad A hay un reparto equitativo del trabajo operativo (esencial como la alimentación, limpieza o transporte). Todo el mundo colabora en la misma medida, salvo impedimentos. Nadie se escuda en motivos sociales o insolidarios. Además, la tecnología ayuda, cada vez más. La coordinación entre las necesidades básicas de la población y las labores operativas para satisfacerlas es clara y eficiente. Las tareas por persona requieren pocas horas, por lo que se dispone de bastante tiempo libre para lo que se quiera, sea productivo o no.
En otro tipo de grupo, sociedad B, por ejemplo, unos cuantos se apropian de los recursos de todos. Estos privilegiados obligan a los demás a hacerse con dinero para obtener su sustento. El dinero es un objeto supuestamente finito y se consigue convenciendo a alguien de que lo intercambie por un producto o servicio. El tiempo que uno invierte en persuadir a otros por dinero se conoce como trabajo. Entonces, el objetivo de esta sociedad no sería el bien común, sino producir para intentar vender y así ganarse el sustento o acumular recursos. Las instituciones casi no regulan la relación entre tiempo y dinero. Tampoco coordinan apenas las necesidades reales del ser humano y los quehaceres, por tanto, se puede trabajar de lo que se quiera. Como resultado, acaba habiendo jornadas larguísimas, así como muchas profesiones que nada tienen que ver con cubrir necesidades básicas. Y solamente unas personas hacen los trabajos más duros... hasta que logren tener el dinero suficiente. Asimismo, las actividades para sobrevivir y las inquietudes personales a menudo se funden y confunden. Esta realidad es estresante y amarga para los desfavorecidos. No obstante, existe la posibilidad de que se den cuenta de que es injusto e insostenible.
Por qué cambiar el sistema
Hay personas que no cubren sus necesidades básicas mientras otras disponen de recursos en exceso. No se trata, pues, de insuficiencia de recursos. Podría deberse a no existir una tecnología que permita que los recursos se repartan entre todos. Sin embargo, el progreso humano en diálogo y ciencia han demostrado que casi todo se puede hablar y construir. La desigualdad existe porque hay bastantes individuos que quieren beneficios para sí a pesar de perjudicar a otros. Quienes tienen poco están obligados a someterse a las reglas del sistema para sobrevivir, ya que los recursos están custodiados y solo se conceden en ciertas condiciones. Si casi todos los ciudadanos prefiriesen tener lo suficiente en vez de acaparar, otra forma de organizarse sería factible (compleja, pero viable, aunque ahora mismo no lo parezca).
Cómo cambiar el sistema
El quid está entonces en lograr que la prioridad general sea conseguir una buena vida para todos. Para llegar a tal consenso, dos cosas parecen necesarias: demostrar que un sistema más equitativo es posible y renunciar voluntariamente a la riqueza individual. Por un lado, convendría probar que el sistema actual es simplemente uno de los muchos posibles. La historia reciente tiene ejemplos de colaboraciones eficaces o acuerdos impensables en tiempo récord. Por otro lado, quienes poseen mucho han de admitir que han gozado de comodidades a costa de que otros se privasen. Se puede culpar al sistema, que ya estaba cuando nacimos, pero la desigualdad es innegable y la fortuna es una apropiación indebida. Reconocerlo es el primer paso para actuar de otro modo. Y, si no, por favor, digamos: "elijo ser insolidario, incluso si lo público me beneficia".
Objetivo: el bien común
Solo habrá mundo en el que vivir si se fomentan las actividades sostenibles. En cuanto al ser humano, el bien común a largo plazo se traduciría en solidaridad, buena salud (dormir, comer, poder moverse) y el conocimiento libre (menos contadas excepciones). Por tanto, la producción desmedida, la obsolescencia programada o la especulación no tendrían cabida. Un sistema de puntos es una opción más que barajar para acceder a bienes y servicios adicionales, pero el dinero actual no es eso.
Fórmula: trabajar de otra manera
En un mundo egoísta hay gente explotada o ciudadanos que en la práctica son invisibles. A no ser que haya limitaciones físicas, no hay razón objetiva que determine que una persona debe limpiar, pero otra no tocar un paño en toda su vida. El trabajo operativo podría repartirse equitativamente y dejar el resto del tiempo para intereses personales que en parte también contribuirían al desarrollo común. Además, el tiempo de cada uno es preciado, así que para qué hacer labores innecesarias o que una máquina puede coordinar/desempeñar bien. Trabajar menos es plausible.
Un sistema solidario
La gestión es eficiente cuando se comparten objetivos, se diseñan protocolos de control y se eligen para la política ciudadanos adecuados para ella (formados y motivados). Identificar una posibilidad de aprovecharse del sistema no significa que haya que invalidar un sistema en su conjunto o que sea incapaz de mejorar. Asimismo, la existencia de un reparto equitativo y de entidades públicas para las necesidades básicas tampoco conduce necesariamente a inhibir la competencia ni a prohibir la propiedad personal.
¿Se puede cambiar el mundo?
No podemos elegir nuestro nacimiento, primer entorno y genética, pero casi todo lo demás sí. Nacemos con un cuerpo en determinado lugar y poco más. La capacidad humana para aprender y adaptarse es inmensa. Solo hay un requisito: socializar con los demás (un poco por lo menos). La sociedad está formada por personas y, por lo tanto, tiene capacidad de aprender y adaptarse, es decir, puede aceptar una situación, pero a menudo también cambiarla.
Hay dos fuerzas constantes que marcan nuestro día a día: lo posible y lo admisible. No es sencillo identificar que hay muchísimas elecciones que entran dentro de la esfera de lo (éticamente) posible, aunque no cuadren con la norma social del momento. Parece que ese ente ajeno llamado “los demás” o “la mayoría” ha dictado preferencias sobre cualquier tema y salirse de ahí es un sacrilegio. La cultura nos transmite lo que es bonito y mejor. Es una opinión colectiva que, al fin y al cabo, no deja de ser un criterio como el de cualquier otro.
Conceptos políticos básicos
Las ideas, emociones y acciones que una persona puede pensar/sentir/hacer son muchísimas, pero cada uno tiene cierta preferencia por unas pocas que suelen ser coherentes entre sí, un esquema cognitivo determinado. A nivel grupal, se puede compartir bastante esta forma de entender el mundo e interactuar con él, es decir, se coincide en la ideología. Cuando ya no se está de acuerdo, se es disidente.
Criterios para organizarse
Los diversos modos humanos de vivir pueden definirse por su posición con respecto a por lo menos los siguientes puntos (si esa característica es bastante distintiva de un movimiento, lo pongo entre paréntesis):
- Quién ostenta la soberanía o poder político:
- Cada individuo (anarquismo)
- Una comunidad con elementos comunes (nacionalismo)
- Los habitantes de un territorio a través de sus representantes (democracia)
- Unos pocos o una persona (monarquía, dictadura), en algún caso fuera de la ley y humillando (despotismo)
- Gestión de la violencia:
- Fomento de la paz
- No intervención en conflictos
- Coerción concentrada en las fuerzas armadas
- Militarización en muchas esferas
- Pluralismo o libertad del individuo frente a la sociedad/Estado
- Mínima (totalitarismo)
- Poca (autoritarismo)
- Media
- Máxima (neoliberalismo)
- Fiabilidad de la información:
- Poca libertad de prensa (censura)
- Sesgada (propaganda) | Se dice lo que otros quieren oír y con promesas irrealizables (demagogia)
- Veraz (periodismo)
- Trato a los conciudadanos:
- Persecución de quien no encaja en el ideal
- Jerarquía mediante clases sociales (elitismo) | Esclavitud > servidumbre > opresión (machismo)
- Igualdad tanto de derechos y deberes como ante las instituciones
- Relación con otras culturas o economías:
- Nula o mínima (autarquía)
- Interdependiente (como la teoría afirma sobre la globalización)
- Desigual (imperialismo de una metrópolis que domina las colonias).
- Propiedad de los medios de producción:
- Privada (capitalismo)
- Mixto (socialismo actual)
- De todos (comunismo)
- Postura ante el cambio
- Prefiere tiempos pasados (retrógrado, restauración)
- Resistente al cambio (reaccionario)
- Reticente (conservador o a la derecha)
- A favor (progresista o a la izquierda)
- Velocidad de cambio:
- Lentitud (reformista)
- Rapidez (revolución)
Desde hace un tiempo, los políticos y opinión pública utilizan ciertos términos, aun si no se corresponden con la realidad que pretenden describir. A veces se usa una palabra erróneamente adrede con la intención de que sus connotaciones se traspasen al calificado con independencia de la verdad. También se percibe un tinte negativo en el adjetivo radical, como si una propuesta radical no pudiese ser pacífica o más justa que otra.
Algunos problemas de la democracia actual
La democracia del siglo XXI parece tener algunos aspectos mejorables:
- Para (re-) elegir a un representante, los votantes deben dedicar tiempo de su vida personal para informarse. ¿Se forma a la población para ello? ¿Cuánto tiempo hay que documentarse? ¿Qué canales son fiables? En este sentido, el acierto de una decisión no depende del número de personas que las apoye: es decir, la mayoría puede equivocarse y, cuando está poco informada, es probable que lo haga.
- Si existe disciplina de voto dentro de los partidos, ¿dónde queda la individualidad que motiva la campaña de cada representante por demarcación?
- Cualquiera puede postularse como representante. Si la notoriedad es clave para recabar votos y el tiempo en medios puede pagarse o manipularse…
- Si no se implementa un control real de los programas electorales, ¿no significa eso que se puede prometer cualquier cosa para ganarse el voto o reelección? Por ejemplo, a menudo con técnicas demagógicas, el populista afirma que defenderá los intereses del pueblo frente a las élites.
- Es casi imposible estar de acuerdo en todo con un partido político (incluso cada persona evoluciona con respecto a su yo del pasado). Quienes tengan problemas identificándose con un partido, no se adscribirán a ninguno ni participarán. Asimismo, si cierta ideología tiende a mantenerse unida frente a otras que se subdividen, una tendencia estará más representada que otra si las leyes de reparto de votos así lo permiten.
- Si para cambiar un sistema de recuento de votos debe contarse con el respaldo de los partidos mayoritarios, ¿qué ganan estos en cambiar un sistema que hasta entonces les había favorecido?
Como solución a algunos de estos puntos, hay quienes proponen elección al azar o por asignación entre un grupo de personas cualificadas con vocación de servicio público (lotocracia, demarquía).
Últimamente pienso que a nadie le importa lo que yo tenga que decir sobre cómo funciona el mundo. Entonces me muerdo la lengua y no digo nada públicamente. Sin embargo, mis opiniones siguen existiendo y hasta parecen pesarme cada vez más. No sé si es por lo evidentes que considero esas ideas o por la sospecha de que expresarlas puede contribuir a un cambio. En cualquier caso, estas son.